En 2009, tras pasar un año sabático en México, mi amiga Isa decidió aplicar sus conocimientos de diseño a su propia vida. De ese ejercicio salió con un plan de acción para la siguiente década cuyos objetivos incluían aprender a hablar francés, tocar la guitarra, y montar un lugar de encuentro en el que se hablase de diseño y su amigo Bowie pusiera las copas. Hoy en día, el francés y la guitarra siguen pendientes, pero el espacio lleva una década existiendo bajo el nombre de La Nave Nodriza, es la mejor escuela de diseño del mundo, y en ella Bowie, entre muchas otras cosas, pone unos Nespressos estupendos.
Más o menos por la misma época, mi amigo Clemente anotó en su móvil cómo quería verse en 10 años: viviendo del periodismo y en un casa en el campo (entre paréntesis: “parecida a la de la abuela”). Esta anécdota nos la contaba Clemente, que en este tiempo ha fundado la maravillosa revista Ballena Blanca y ahora trabaja en El País, mientras comíamos en su nueva casa, no una parecida a la de su abuela, sino la mismísima casa familiar que ahora ha pasado a sus manos. Nada como saber exactamente lo que quieres.
Dice Juan Luis Arsuaga que “el futuro no se predice, el futuro se construye”.Y aunque en los últimos años los acontecimientos cósmicos nos hayan hecho sentir como espuma a la merced de la marea, y el porvenir se vislumbre cada vez más ominoso e inamovible, historias como las de Isa y Clemente son la prueba de que todavía tenemos manos y corazones poderosos para moldear nuestras vidas.
El otoño es una época de pausa y de siembra, de reflexión y reinicio, en la que actuamos ahora para recoger adelante. Un tiempo idóneo para imaginar nuevos escenarios en los que habitar en unos años. El futuro está ahí, maleable y lleno de posibilidades, así que puestos a trabajar, ¿por qué no hacerlo por un futuro en el que nos guste vivir? Voy más allá: ¿por qué hacerlo solos? Como canta la banda punk La URSS (siempre es el punk, amigas):
Más allá del futuro
Hay un nuevo mundo
Creeré si tú crees conmigo
Nuestra fe será el camino
Yo, personalmente, me apunto a creer contigo.
Guillermo